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10 Principios espiritas para un mundo mejor

Ricardo Nunes
Abogado y filósofo - Guarujá, Santos (Brasil)
Extraído de “Abertura” núm. 305, novbre. 2014

 

¿De qué forma nosotros, espiritistas, y el espiritismo, podemos contribuir para el advenimiento de un mundo mejor? ¿Cómo podemos colaborar para el surgimiento de una sociedad más justa, más fraterna, más feliz? Sabemos que la filosofía social espiritista nos enseña a no ser ajenos en relación a los problemas sociales. El pensamiento espiritista nos enseña que somos “cocriadores del universo” y, por eso, nos alerta de que somos responsables por lo que hay de bueno y de ruin en nuestra existencia individual y social.

Sin embargo, en la práctica ¿qué es lo que podemos hacer? Obviamente, existen muchas cosas que podemos llevar a cabo. Podemos actuar en instituciones de caridad, en partidos políticos, en organizaciones no gubernamentales, en nuestros centros espiritas, podemos intentar ser diferentes en nuestras profesiones. De hecho, existen varias trincheras en las cuales podemos actuar con el fin de la búsqueda de un mundo mejor.

En el VI Fórum del Libre Pensar Espírita de Porto Alegre, realizado en el mes de septiembre de 2014, fui invitado a hablar sobre el tema “Utopía de un mundo mejor. La contribución de Ernst Bloch y del Espiritismo”. Al final de la exposición, enumeré algunas formas mediante las cuales los espiritistas y el espiritismo, pueden contribuir para que ocurran transformaciones positivas en la vida colectiva y en la mentalidad de los habitantes de este lindo planeta azul. No pretendía, está claro, ofrecer una enumeración exhaustiva de tales posibilidades de contribución, mi propósito sólo consistía en ofrecer un rol ejemplificador. De hecho, hice un listado de algunos principios espiritas básicos que pretenden responder a la importante pregunta: ¿Cómo pueden contribuir los espiritistas y el espiritismo para el surgimiento de un mundo mejor?

Primer principio – A través de una postura humanista, en la cual el hombre es el fin y no el medio para alcanzar cualquier objetivo. Este humanismo implica una consciencia y actuación pacifista, en la que la violencia es descartada como forma de manifestación y emancipación humana. La violencia, en la visión espirita, será aceptada sólo en el caso de necesidad extrema e inevitable en forma de legítima defensa.

Segundo principio – Reconociendo la dignidad de todos los seres humanos independientemente de la raza, credo, orientación sexual, opinión, clase social, etc. La reencarnación puede ser un gran instrumento de concienciación, pues nos permite experimentar a lo largo del proceso histórico, en el tiempo y en el espacio, la realidad del otro.

Tercer principio – Promoviendo una visión optimista sobre la vida, a partir de la comprensión del hombre como ser que trasciende la muerte biológica. El hombre, en la perspectiva espirita, es un ser para la vida y no para la muerte como pretenden algunas filosofías pesimistas y nihilistas contemporáneas.

Cuarto principio – Realizando una educación para la libertad, pero también para la responsabilidad. La educación, según el espiritismo , no es sólo la educación del intelecto, sino también la de los sentimientos. La educación espirita pretende el desarrollo de la autonomía del individuo, para que éste pueda convivir armoniosamente en sociedad, con el pleno ejercicio de sus derechos y deberes.

Quinto principio – Proponiendo al mundo un espiritualismo no dogmático , racional, neutro en cuestiones religiosas, y libre pensador, como tercera vía alternativa al espiritualismo dogmático y al cientificismo materialista. El espiritualismo espirita ofrece horizontes inéditos para el desarrollo del conocimiento, de la ética y de la espiritualidad.

Sexto principio – Cultivando la vida activa y no la vida contemplativa, como forma de resolución de los problemas individuales y sociales. El espiritismo concibe el hombre en el mundo y no apartado del mundo, en actitud de alienación y renuncia ante los problemas sociales. Jesús de Nazaret, para nosotros espiritistas, es un paradigma de acción en el mundo, pues no sólo oraba, sino que, por encima de todo, actuaba.

Séptimo principio – En términos filosóficos, el espiritismo puede contribuir con la idea de evolución en base ontológica, o sea, con fundamento en la estructura del ser. Según la Doctrina Kardecista, los dos elementos del universo, espíritu y materia, están en perpetua transformación, siendo de la responsabilidad del hombre el desarrollo de su evolución consciente.

Octavo principio – Para el pensamiento político espiritista es necesario reconocer la importancia del binomio individuo-sociedad, no debiendo el individuo aislarse de forma egoísta del grupo social, pero tampoco aceptando la aniquilación o ex tinción de la individualidad en detrimento del todo social.

Noveno principio – El espiritismo nos recomienda valorar el ser en relación al tener. Distinguir entre lo necesario y lo superfluo y rechazar el con sumismo materialista y capitalista. El espiritismo propugna una sociedad en la que todos tengan acceso a los bienes fundamentales de la vida, donde no haya miseria ni exclusión social de cualquier naturaleza.

Décimo principio – Y, finalmente, la doctrina espiritista nos recomienda desarrollar sentimientos de empatía y solidaridad por los que sufren. Nos recomienda una actuación afectiva en el sentido de disminuir los sufrimientos que encontramos por e l camino. El espiritismo nos enseña que realizar el bien es un deber del hombre para con la sociedad y no sólo una mera facultad.