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Situación de los espíritus ante la disección de sus cadáveres

José Herculano Pires (1914-1979)
Filósofo y escritor brasileño
De su libro: El Hombre Nuevo, cap. 15
Reproducido en Flama Espirita, núm. 173, 3er. trimestre 2019

Curioso episodio relatado por el Prof. Paul Gibier

Golpes invisibles contra el anatomista y un médium – Experiencia mediúmnica en una sala de anatomía

 

“El Libro de los Espíritus”, obra básica de la doctrina, nos informa acerca de las más variadas situaciones espirituales del ser humano, después de la muerte. En el capítulo sexto de la segunda parte del libro, Kardec insertó, como ítem cuarto, un “Ensayo teórico sobre la sensación en los Espíritus”, que nos esclarece el problema. El espíritu consciente de su estado, pero aún atrapado a las sensaciones materiales, atado al cuerpo, es afectado por todo lo que hacen al cadáver, aunque ya no sienta los dolores físicos de la disección[1]. Muchas veces se rebela, se encoleriza. Por ello, antes de los trabajos de esa naturaleza, profesores y alumnos deberían reunirse en oración, a favor de los espíritus que aún estuvieran atados a los cuerpos que van a ser diseccionados.

Las ceremonias religiosas posteriores son homenajes, casi siempre simbólicos, mientras que las oraciones y vibraciones mentales anteriores constituirían una ayuda eficiente. Sabemos muy bien que en el ambiente materialista en el que vivimos, esto aún no es posible, y que muchos profesores y alumnos se encogerían de hombros ante lo que estamos diciendo por considerar nuestra actitud puramente supersticiosa y sin ningún fundamento científico. Sin embargo, no piensan así los grandes científicos que se interesan por las experiencias espiritistas. Y alguno de ellos, como el profesor Paul Gibier, ex interno de los hospitales de París, ayudante naturalista del Museo de Historia Natural, Oficial de la Academia, pueden ofrecernos datos curiosos al respecto.

El profesor Gibier, en su ensayo de “fisiología trascendente”, o “ensayo sobre la ciencia futura”, como él mismo lo llamó, nos cuenta lo que le sucedió durante una experiencia psíquica realizada en la sala de anatomía.  El libro en el que aparece ese relato, lleva por título “Análisis de las Cosas” (Analyse des Choses), lanzado en traducción portuguesa por la Librería de la Federación Espírita Brasileña. Uno de los más lúcidos y bellos trabajos, de orden científico, sobre Espiritismo, publicados en el mundo.

El Prof. Gibier realizaba por la noche, casi diariamente, sesiones para observar la “fuerza anímica”, en una sala de laboratorio, próxima a los anfiteatros de disección de la Escuela Práctica de la Facultad de Medicina de París. Poco antes de efectuar una de las sesiones por la noche, realizó en el laboratorio estudios de cirugía en un cadáver. Durante los trabajos, que debían producir fenómenos de materialización y efectos físicos, poco se consiguió. El médium se quejaba de malas influencias que intentaban dominarlo. Al retirarse -cuenta el Prof. Gibier- “de camino por la calle Lhomond hacia la calle Claude Bernard, fuimos repentinamente agredidos por una avalancha de golpes,  que oíamos y sentíamos muy bien, y que alcanzaban principalmente al médium”.

Una semana después, el Prof. Gibier y sus amigos nuevamente se reunieron con el médium, en la misma sala. Tan pronto como entraron allí, comenzaron los fenómenos físicos, de naturaleza violenta. Y poco después el médium era “tomado”[2] por un espíritu vengativo que intentó agredir al experimentador. Aún sin experiencia, el Prof. Gibier llegó a pelear con el médium. Pero cuando se acordó de las instrucciones de una persona “muy al día en esas cosas”, adoptó una actitud diferente. A través de vibraciones favorables y de pases, consiguió que la entidad se retirase, dejando al médium. Se trataba del espíritu del cadáver diseccionado, que deseaba vengarse de lo que él consideraba una profanación.

Este ejemplo, que nos es dado por un médico, un sabio, un investigador concienzudo y leal, demuestra que no estamos hablando de duendes o de fantasmas, y sí de principios vitales, que no pueden ser olvidados por profesores ni por alumnos de medicina.

Dejemos que el propio Prof. Gibier explique lo que hay de natural, de positivo, y no de imaginario o supersticioso, en este problema:

“La vida, tal como la observamos -dice el Profesor- se muestra en el punto de convergencia de tres principios. O si se prefiere: el Espíritu animó la Energía y organizó la Materia, para hacer actuar una sobre la otra y dar vida al ser.”

En otras palabras, utilizando la terminología de la doctrina espírita: el Espíritu anima al Periespíritu, o Cuerpo Espiritual, y éste organiza el Cuerpo u organismo material. Al diseccionar un cadáver, estamos lidiando con una parte del Ser, que, lejos de encontrarse extinto, permanece en todo su poder energético y espiritual. Podemos hacerlo, en beneficio de la ciencia, pero no debemos olvidar el respeto que nos merece el ser espiritual a él unido.


 


[1] Ello va a depender sin duda del nivel de comprensión del espíritu que se encuentre en esa situación. Espíritus, sin entendimiento de lo que está sucediendo, se sentirán todavía “vivos” en la materia y, probablemente, “sentirán” dolores análogos a los que notarían si estuvieran aún encarnados y les estuvieran sometiendo a esas actuaciones sin anestesia.
[2] Incorporado de forma avasalladora y contra la voluntad del médium.