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La importancia de las palabras (Codificador, Codificación, Pentateuco)

David Santamaría Planas
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“Para las cosas nuevas se necesitan nuevas palabras. Así lo requiere la claridad en el lenguaje, con el fin de evitar la confusión inseparable del sentido múltiple dado a los mismos términos”. Así arranca la Introducción de “El Libro de los Espíritus”. Seguro que Denizard Rivail, en su condición de profesor, pronto se apercibiría de la dificultad que presentan las diferentes acepciones que tienen muchos vocablos; de hecho, no es habitual encontrar términos que tengan una sola y única definición, sino que, corrientemente las palabras poseen varias –a veces muchas- definiciones. Por ello, al inicio de esta importante obra, se propuso acotar cuidadosamente las nuevas voces espiritismo y espiritista, a fin de que no se confundieran con otras (recordemos al respecto, por ejemplo, las diferentes acepciones de la palabra alma que Kardec examina en ese texto mencionado).

Así pues, debería ser norma para cualquier espiritista medianamente cultivado el utilizar cuidadosamente las palabras que intervienen en la exposición hablada o escrita de la doctrina espiritista, para no confundir a quienes reciban sus razonamientos. Por ello nos extraña que, desde hace ya algunos años*, se utilizan profusamente algunos vocablos en el contexto espiritista culto que, pensamos, no se ajustan a la realidad de la doctrina. Ellos son:

  1. Codificador: Adjetivo con que se designa muchas veces a Allan Kardec.
  2. Codificación: Sustantivo que se utiliza para designar al conjunto de obras escritas por Allan Kardec; ese conjunto de obras suele reducirse a: “El Libro de los Espíritus”, “El Libro de los Médiums”, “El Evangelio según el Espiritismo”, El Cielo y el Infierno, o la justicia divina según el Espiritismo” y “La Génesis, los milagros y las predicciones según el Espiritismo”.
  3. Pentateuco kardecista: Conjunto formado por esas cinco obras mencionadas.


Veámoslas con más detenimiento:

Codificador es un adjetivo que define escuetamente a la persona que codifica. Habrá que ver, pues, para clarificar más el tema, qué significa el verbo codificar: “Hacer o formar un cuerpo de leyes metódico y sistemático” o, también, “transformar mediante las reglas de un código la formulación de un mensaje”. La verdad es que no alcanzamos a vislumbrar qué tiene Denizard Rivail de codificador. En primer lugar el Espiritismo no es un cuerpo de leyes (aunque el libro tercero de “El Libro de los Espíritus” se titule precisamente “Leyes Morales”), sino que es mucho más que eso: es una doctrina filosófica completa –o sea, que abarca todos los aspectos de la vida humana y espiritual-, doctrina filosófica firmemente asentada en el método científico -que debe utilizarse en la investigación mediúmnica- y con unas formidables consecuencias morales. En segundo lugar, Kardec no utiliza las reglas de ningún código con el fin de explicar el mensaje de los Espíritus.

Codificación es un sustantivo con una sola acepción: “Acción y efecto de codificar”. Nos remitimos a todos los efectos al párrafo anterior.

Pentateuco es el “nombre colectivo de los cinco libros de Moisés”. No sabemos si la adición del adjetivo kardecista es para prestigiar más el trabajo de Kardec, asimilándole la importancia que reviste la obra de aquél notable legislador del pueblo judío. Hay que señalar una inexactitud básica que invalida cualquier razonamiento que pretenda defender la bondad de esa expresión: Allan Kardec no escribió solamente cinco libros; como mínimo hay que añadir un sexto, su ¿Qué es el Espiritismo? Y aún, seguramente, podríamos añadir un séptimo libro: “Viaje Espiritista en 1862”. No sería admisible cualificar a estas dos obras como menores (para una hipotética exclusión del conjunto de las obras principales de Kardec) ya que ambas tratan magistralmente de temas de mucho interés (aunque algunos de ellos sean redundantes con los tratados en los otros textos).

También hay que tener en cuenta otro aspecto relevante: Ya que el Espiritismo forma parte de la cultura humana (a pesar de ser el Gran Desconocido de la misma), pensamos que sus expresiones no deben destacarse de las habituales en otros contextos filosóficos y científicos. Por ejemplo, es muy habitual referirse a los grandes innovadores como siendo los Fundadores o los Padres de esa innovación; así, pues, a nadie le extrañará expresiones tales como: Hipócrates, Padre de la Medicina; Pestalozzi, Fundador de la Pedagogía moderna, o, Freud, Pionero de la Psicología Analítica o Creador del Psicoanálisis. ¿Por qué, pues, no puede llamarse a Kardec como siendo el Padre del Espiritismo o el Fundador del Espiritismo? ¿Es necesario recurrir a expresiones que pueden confundir a quienes no estén versados en el tema y/o que además pueden tener animadversión por el mismo? Tal y como está de mal considerada la Idea Espiritista, pensamos que es mucho mejor no destacarla, además, con expresiones extrañas y conformarse con decir escuetamente que Allan Kardec fue el Fundador del Espiritismo.

Haciendo un ejercicio especulativo podríamos preguntarnos qué hubiera pensado el profesor Rivail al respecto de este tema. Teniendo como tenía un concepto muy modesto de su aportación a la edificación de la doctrina espiritista, posiblemente, hubiese preferido únicamente expresiones como las que ya manifestó en alguno de sus textos. Veamos al respecto unas anotaciones suyas insertas en el Capítulo 1º. de “La Génesis”:

  • En nota al apartado 45 nos dice: “En el gran movimiento de ideas que se prepara mediante el Espiritismo, y que ya se comienza a operar, nuestro papel personal es el del observador atento que estudia los hechos para encontrar la causa y sacar conclusiones”
  • En nota al apartado 55 podemos leer: “Dichas declaraciones -se refiere a las contenidas en ese Capítulo- no son, por otra parte, nuevas, ya que las hemos repetido reiteradas veces en nuestros escritos para disipar cualquier duda posible; definen, además, nuestro auténtico papel, el único que ambicionamos: el de trabajador.”


Evidentemente Denizard Rivail / Allan Kardec es mucho más que un mero trabajador o un “observador atento”; es, realmente, un Espíritu muy instruido y bien preparado, encarnado para ofrecernos un contexto filosófico de altísimo nivel, contexto que es capaz de dar respuesta -de un modo general- a los grandes dilemas de la humanidad. Es por ello que los espiritistas estamos enormemente agradecidos a la labor del Fundador del Espiritismo.

 


* Por nuestra parte, uno de los primeros textos en que encontramos referencias a la expresión “codificación espirita” fue en el prólogo escrito por el eximio exegeta de Kardec, el profesor J. Herculano Pires, para la nueva traducción de “El Libro de los Espíritus” publicada en 1970, por la Editora Argentina 18 de Abril.