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Capítulo II – Las Etapas del Desenvolvimiento del Espíritu

1. La experiencia corporal

DOCTRINA KARDECISTA (en adelante D.K.) – “Es fácil entender el mecanismo de la evolución del ser inteligente.

COMENTARIO DE FLAMA ESPIRITA (en adelante F.E.)“Es fácil entender”dice el Dr. Regis, aunque, realmente no es sencillo, para la mayoría de la humanidad, el comprender que la evolución del Ser Inteligente es “algo” que se produce de una manera natural, equivalente -que no idéntica-, siempre adecuada para todos los seres y tutelada por estructuras espirituales superiores… hasta remontarnos a la protección Divina.

D.K. – “Creado como un ser potencial, incorpóreo, como un conjunto vacío, el ser inteligente posee una fuerza intrínseca, la agresividad básica, que instintivamente le hace buscar la sobrevivencia.

F.E. – Vamos a abundar y a matizar un poco más sobre estos conceptos tan potentes, enunciados de una manera tan sintética por el autor:

  • “ser potencial”:
    Veamos lo que dice Léon Denis en su obra “Después de la muerte”, cap. XII: El objeto de la vida” “El alma es un mundo; un mundo en el que se mezclan aún las sombras y los rayos de luz y cuyo estudio atento nos hace ir de sorpresa en sorpresa. En sus pliegues, todos los poderes están en germen, esperando la hora de la fecundación[1] para abrirse en chorros de luz”.
    O sea, no es que el espíritu -a través de su proceso evolutivo- vaya agregando potencialidades, si no que lo que hace es ir desarrollando esas potencialidades que posee en esencia, en germen.

  • “incorpóreo”:
    Que no es lo mismo que inmaterial. A este respecto se puede recordar una de las preguntas filosóficamente más interesantes de “El Libro de los Espíritus”, la número 82:
    “¿Es exacto decir que los Espíritus son inmateriales?

    “ (…) Inmaterial no es la palabra, y sería más exacto decir incorpóreo; porque debes comprender perfectamente que, siendo una creación el Espíritu, ha de ser algo y es, en efecto, materia purificada; pero no tiene análoga entre vosotros, siendo además tan etérea, que no puede impresionar vuestros sentidos”.

    Es decir, que el Espíritu es “algo” material. Ciertamente esta proposición puede tener muy interesantes derivadas filosóficas. No creemos que éste sea el momento ni el lugar para estas digresiones filosóficas, que realizaremos en otra oportunidad.

  • “conjunto vacío”:
    A pesar de que el espíritu es creado “simple e ignorante[2]”, se nos hace difícil asemejarlo a un conjunto vacío. Sin embargo, reconocemos que esta apreciación del Dr. Regis es muy interesante. Tal vez, habría que añadir que se trataría de un conjunto vacío con la posibilidad de incorporar elementos de crecimiento en su interior.

  • “fuerza intrínseca”, “agresividad básica”:
    Parece que estos conceptos nos llevan al “principio vital” o “fluido vital” de Kardec.

D.K. – “Inserto en el universo material, con él interactúa desenvolviendo un “cuerpo mental” como apéndice de almacenamiento de las experiencias. Realiza su curva evolutiva, viviendo ligado a organismos que, en escala ascendente, le permiten el largo aprendizaje hasta alcanzar el nivel hominal.

F.E. – Entendemos la intención del autor al proponer ese desenvolvimiento de lo que denomina como “cuerpo mental”. Sin embargo, pensamos que la utilización de esta expresión que, habitualmente, usan otras escuelas filosóficas, puede llevar algún desconcierto al lector. Ya sabemos que hay otras concepciones que piensan que el periespíritu está formado por diversos “cuerpos”, aspecto al que no se refirió en absoluto Kardec. Evidentemente no se puede ser tan reduccionista como para pensar que el periespíritu sea algo monolítico, si no que  podemos  entender, perfectamente, que se trate de una estructura compleja. Pero, de ahí a utilizar esos términos, más bien ocultistas, hay mucho trecho. Creemos que hay que estar en la línea promovida inicialmente por Kardec, y también recomendada por el Dr. Regis, de que el Espiritismo tenga un lenguaje propio. Por todo ello no consideramos adecuada, en Espiritismo, esta expresión de “cuerpo mental”. Mucho más adecuada nos parece la denominación de “estructura mental” utilizada por el autor en el capítulo III de esta segunda parte.

D.K. – “La alternancia de la encarnación y desencarnación, vida y muerte, con la evolución de los organismos a los cuales se liga, posibilita al ser inteligente desenvolver su mente, fortaleciendo una construcción recíproca entre él y los cuerpos.

“Encarnar y desencarnar, es el motor básico de la evolución del ser inteligente. La reencarnación es, pues, el instrumento básico de la evolución del Espíritu, desde las primeras manifestaciones como Principio Inteligente.

F.E. – Realmente la Ley de la Reencarnación es la piedra angular de la evolución del alma, y también, además, de la doctrina espiritista. Es, asimismo, una de las más importantes contribuciones del Espiritismo al conocimiento humano. Podríamos asemejar a la Reencarnación como siendo una especie de caballo de Troya: un “envoltorio” interesante (la posibilidad de haber vivido y de vivir muchas vidas) que esconde en su interior una compleja realidad filosófica como, por ejemplo, la Ley de Responsabilidad personal.

2. La unidad continua de la humanidad

D.K. – “El descubrimiento del plano extra físico amplió el sentido de la inmortalidad e integró al ser humano a las dimensiones en que se manifiesta. La tumba es receptáculo de un organismo que se desgastó. Con eso la inmortalidad gana un nuevo sentido y un nuevo horizonte con la secuencia natural de la persona, más allá del fenómeno de la muerte.

F.E. – Evidentemente, inmortalidad sin una continuación de las actividades del Espíritu -como enseñan algunas religiones- redunda en desánimo e incredulidad acerca de la vida post-mortem. El conocimiento de la existencia del plano espiritual, o extra físico como lo denomina el autor, y la comprensión de la verdadera situación de los espíritus en él (ni sabios por el hecho de haber desencarnado, ni réprobos a perpetuidad por el hecho de los “pecados” cometidos por muchos), es de una gran ayuda para los espíritus encarnados y desencarnados que van entreviendo esa realidad de la vida más allá de la tumba.

D.K. – “Ese reciclaje, vida y muerte, en las integraciones y disipaciones sucesivas, da al ser inteligente un campo existencial prácticamente ilimitado, en planos vibracionales o dimensiones energéticas que se interligan e interactúan.

La sensorialidad natural del plano corpóreo, y la plasticidad energética del plano extra físico, coexisten y se entrecruzan, guardadas las peculiaridades de cada uno.

F.E. – “Coexisten, se entrecruzan” e influyen continuamente el uno en el otro (como dice el autor en el párrafo anterior). Esa influencia mutua, que tan bien plasma el Espiritismo, constituye uno de los aspectos más desconocidos -a veces, incluso, para algunos espiritistas-, más interesantes y muy a tener en cuenta (por sus implicaciones en la vida cotidiana de cada cual) por los estudiosos de nuestra doctrina.

Los hay que se creen exentos de “sentir” las influencias del plano espiritual por el hecho de no tener sensibilidad mediúmnica. Sin embargo, la afinidad de sentimientos, de intenciones y de pareceres hace que los espíritus de ambos planos nos sintamos atraídos y nos influyamos mutuamente, a veces de forma inconsciente.

D.K. – “Su descubrimiento derrumbó las antiguas concepciones acerca de lugares de premios y castigos más allá de la tumba, y estableció la continuidad natural de la vida personal y colectiva, aunque con sus características bastante diferentes.

F.E. – Este “derrumbamiento” de esas ideas tan antropomórficas de un Dios que nos premia o castiga, según hagamos o no su voluntad, es realmente un gran paso adelante en el progreso moral del Espíritu. Ciertamente es un paso incómodo ya que nos aleja de una protección divina paternalista, para pasar a un concepto de progreso con implicaciones totalmente personales. El hecho de que seamos más o menos felices ya no depende de que “agrademos” más o menos a Dios, sino que depende exclusivamente de nuestros esfuerzos. Realmente es un cambio importante, duro, y, al mismo tiempo, esperanzador.

 


[1] En algunas versiones castellanas la palabra francesa “fécondation” ha sido traducida impropiamente, pensamos, por “fundación”.

[2] “Dios creó a todos los Espíritus sencillos e ignorantes, es decir, faltos de ciencia” (”El Libro de los Espíritus”, apartado 115). Lo cual no contradice en absoluto la anterior afirmación de que el Espíritu tiene todas las potencialidades en esencia.

 

Capítulo I – De las Causas Primeras

1.    Dios y la Ley Natural

DOCTRINA KARDECISTA (en adelante D.K.) – “El nuevo modelo comenzará por establecer que el universo no está estructurado, sino delineado. Sería, metafóricamente tal vez, una proyección de la intención divina, inteligencia suprema y causa primaria, centro ordenador y controlador, manifestado a través de la Ley Natural. Porque donde hay Ley existe necesariamente control.

COMENTARIO DE FLAMA ESPIRITA (en adelante F.E.) - En sentido estricto, delinear es “trazar las líneas de una figura” (R.A.E.[1]). Pensamos que el Universo debe necesariamente ser más que un delineamiento. Si es “una proyección de la intención divina”, esa Intención –debemos suponer- no es lógico que se proyecte de forma poco estructurada, siendo como es un reflejo directo de la Inteligencia Suprema.

D.K. – “En este modelo no existe espacio para la personalización del Ser Supremo, ni cabe el establecimiento de atributos, que lo humanizarían, porque el paradigma[2] disponible para pensar las virtudes es el humano.

F.E. - Es cierto que se ha de procurar evitar la personificación de Dios, pues de lo contrario lo estamos viendo “a imagen y semejanza nuestra”[3] . Las virtudes humanas, evidentemente, distan de manera inconmensurable de la Esencia de la Divinidad. A pesar de lo antedicho, Allan Kardec, enuncia en el cap. I del Libro I de “El Libro de los Espíritus”, los atributos de la Divinidad (apartados 10 a 13): eterna, inmutable, inmaterial, única, omnipotente y soberanamente justa y buena[4]. Creemos que no debe extrañarnos este estilo antropomórfico (que se ve reflejado en otras expresiones utilizadas por Kardec en sus obras), que debe enmarcarse en el contexto histórico (de gran presencia e influencia religiosas) en que se gestaron los conceptos espiritistas. Por otro lado, es indudable que Kardec comprendía perfectamente lo que era la Esencia de la Divinidad; como botón de muestra basta recordar la primera pregunta de “El Libro de los Espíritus” (“¿Qué es Dios?”).

D.K. – “Todas las Teologías, inclusive “El Libro de los Espíritus”, se apoyan en la actuación personal, directa de Dios.

F.E. - Siendo la Teología la “Ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones” (R.A.E.), podríamos aceptar que una cierta parte de la obra de Kardec se enmarcaría en esta definición. Sin embargo, los postulados espiritistas van mucho más allá de un contexto estrictamente teológico.

D.K. – “Esas ideas vienen del entendimiento primitivo sobre la acción de la divinidad como fuerza sobrenatural, a través de los fenómenos de la naturaleza. Con el tiempo, se corporificaron en la figura de un dios o varios dioses, que en las mitologías, se multiplicaban para nombrar y justificar los segmentos naturales y controlar la vida de las personas.

“El Libro de los Espíritus” establece el primado de la Ley Natural[5], que es producto de la voluntad o inteligencia divina, gobierna y controla los rumbos para la consecución de la armonía de la vida universal, tanto en el campo energético como personal.

"La existencia de la Ley Natural como centro irradiador del pensamiento divino es fundamental para comprender como el universo puede ser simultáneamente controlador y caótico. Para argumentar sobre esa polarización, podríamos aplicar la definición del electrón que puede ser corpúsculo y onda, sin alterar la estabilidad universal.

"El Universo tiene una unidad esencial manifestada en la infinita variedad de los factores. Un análisis ponderado de los hechos históricos, los avances de las investigaciones de la Física y el estudio del universo en general, muestran la inequívoca sabiduría que se expresa en la consistencia de los factores, en la directriz anónima, pero evidente, tanto en el mundo energético, como en el inteligente.


F.E. - Excelentes párrafos del Dr. Regis, concretados con un lenguaje moderno y acorde al siglo XXI. ¡Qué manera tan diferente de expresar la acción divina, tan alejada de toda personificación de Dios!

D.K. – “Hay, sin duda, una directriz básica, un delineamiento fundamental de los procesos del universo físico y mental, pero simultáneamente existe un espacio ilimitado para el ejercicio de factores concurrentes o contradictorios.

F.E. - Factores aparentemente contradictorios, ya que, como veremos en los siguientes párrafos, todos acaban confluyendo en el progreso sin fin del espíritu.

D.K. – “En el nivel energético, las mutaciones y formaciones, que originan la estructura móvil de las formas y de la materia.

En el nivel inteligente, a partir del libre albedrío, que es el elemento desencadenador del conflicto y de la solución.

Si el universo energético fluye, con sus leyes básicas, en una continua búsqueda del equilibrio, creando, destruyendo y recomponiendo los elementos que lo constituyen, el universo inteligente crea una persona específica, inmortal, única, definida en sí misma, que recorre una espiral evolutiva la cual, en el nivel corporal, tiene en la reencarnación su instrumento básico.

La Ley Natural expresa la sabiduría divina, con mecanismos extremadamente competentes, estableciendo el ritmo y la sucesión de los factores con el fin de ecuacionar, en el universo energético, tanto cuanto en el universo inteligente, el principio del equilibrio, actuando  a través de la ley de causa y efecto o de acción y reacción, herramienta de búsqueda del equilibrio, a través de  la reciprocidad de los factores.


F.E.
- Kardec expresaba lo mismo, con un lenguaje más clásico, en su comentario al apartado 617 de “El Libro de los Espíritus” (Cap. I del Libro III: “Ley divina o natural; Caracteres de la ley natural”).

“Entre las leyes divinas, las unas reglamentan el movimiento y las relaciones de la materia bruta, tales son las leyes físicas, cuyo estudio es del dominio de la ciencia.

“Las otras conciernen especialmente al hombre en sí  mismo y en sus relaciones con Dios y sus semejantes, y comprenden así las reglas de la vida del cuerpo, como las del alma. Tales son las leyes morales.”

De un modo muy evidente, el Dr. Regis supo captar perfectamente el pensamiento de Kardec.

 

2. El nivel energético


D.K. – “Todo se agita en una reciprocidad continua. La evolución está en la base de todos los procesos. El modelo contempla el aspecto físico y el energético sobre los cuales el ser inteligente actúa y reacciona, sometidos, uno y otro, aunque bajo formas diferenciadas, al mismo principio de orden y caos.

Kardec propuso la existencia de dos principios que se completaban y oponían: el principio material y el principio inteligente.


F.E. - Como veremos en la siguiente argumentación del Dr. Regis, esa oposición entre los dos principios es totalmente aparente. Antiguamente podía pensarse que la materia, que lo material, era enemigo de la virtud, de  lo  moral.  Hoy  comprendemos  que  el  mundo  material  es  el  escenario de nuestros esfuerzos progresivos y que la materia es, sin duda, nuestra aliada y no nuestra enemiga. También comprendemos que las encarnaciones en los mundos materiales son imprescindibles para nuestro crecimiento espiritual y, paradójicamente, también nos apercibimos que inicialmente aprendemos la existencia del mundo espiritual y nuestra condición de espíritus, durante nuestras andaduras en los terrenos de la materialidad.

D.K. – “El elemento material es la plataforma sobre a cual se desenvuelven los fundamentos de la actividad universal, en tanto que el ser inteligente actúa en cooperación, como la fuerza creativa y direccional del movimiento.

F.E. - Todo ello a pesar de que, en el momento presente en nuestro planeta, más que cooperación parece haber una oposición muy evidente al progreso material, medioambiental, de nuestro entorno físico. No obstante, comprendemos que, a largo plazo, los seres inteligentes de la creación, o sea los espíritus, hemos de colaborar necesaria e ineludiblemente en el progreso de los mundos materiales que habitamos.

D.K. - “La composición del elemento material está en constante análisis y ha cambiado constantemente, de modo que podemos llamarlo nivel energético. Filosóficamente, podemos pensar que él es el resultado de la interacción dinámica de fuerzas que resultan en un producto híbrido, en constante reciclaje.

Evitamos dividir al universo entre lo espiritual y lo material, ya que cada vez más se comprende la interacción positiva dinámica de los elementos. Más allá de eso, la materia dejó, hace mucho, de ser considerada un elemento amorfo; al contrario, es el elemento dinámico que se multiplica en producciones energéticas prácticamente infinitas.

Por eso, para clarificar el lenguaje, consideraremos el “principio espiritual” como el elemento dinámico incorporado a la materia, y el “principio inteligente” como el ser inteligente del universo.

En ese entendimiento, el “principio espiritual” sería una forma singular de mensajero “genético”, una energía intrínseca que moviliza las estructuras de la materia en la formación de los elementos básicos de la vida. Delante de esa singularidad, podemos admitir que esa fuerza está en el interior de la materia y que de ella forma parte, pero se distingue por su plasticidad y por la extrema capacidad para conducir energía.

Le compete energizar, fertilizar, direccionar la materia para que ella se torne capaz de sufrir la influencia de la inteligencia fuera de ella.


F.E. - La anterior definición y la enunciación posterior de características del “principio espiritual” nos recuerdan totalmente al principio vital y al fluido vital presentados por Kardec en “El Libro de los Espíritus” (Libro I, Cap. IV, apartados 60 a 70).

Encontramos muy acertada y actualizada, en un lenguaje más moderno, esa definición y concreción de funciones de ese “principio espiritual”; pero, no nos parece afortunada la sustitución de ese concepto de Kardec enunciado por él como “principio vital”. Precisamente, el significado de la vitalidad se aviene muy bien con la exposición hecha por el Dr. Regis. Además, al hablar en esos términos de un principio espiritual tan “material”, probablemente pueda causar desorientación en los lectores que, fácilmente, pueden tener asimilado el concepto espiritual con los conceptos de inmaterialidad o inteligencia.

3. El principio inteligente


D.K. – “La definición de Espíritu, en “El Libro de los Espíritus” dice que es la “individualización del principio inteligente”[6]. Entretanto, ese ser no es una partícula retirada de un todo indiferenciado, un reservorio de inteligencia...

Luego, es preciso entender que ese principio inteligente no es una alteración automática del principio espiritual, como parece suponer el dualismo espíritu-materia, sino una deliberada creación, que sigue un camino específico, aunque apoyándose, interactuando con los organismos y principios elaborados por la unión de los flujos energéticos y espirituales.

En la nomenclatura más actual, damos el nombre de “Principio Inteligente” al embrión del Espíritu, dotado de razón y sentimiento, fruto del proceso evolutivo.


F.E. - Dotados de razón y sentimiento, sí; pero, en potencia. Encontramos muy correcta esta definición de Principio Inteligente, así como el posterior desarrollo efectuado en los siguientes párrafos.

D.K. – “Los Principios Inteligentes son individualidades embrionarias que disponen de una energía íntima. Sometidos al proceso evolutivo y selectivo. Consiguen desenvolver la capacidad de trabajar los impulsos instintivos que les son inherentes, en el camino de estructurarse como seres conscientes de sí mismos, vale decir, Espíritus. Son seres singulares, individualidades permanentes, y, aunque están intrínsecamente ligados al elemento material, no se pierden en la disolución eventual de los elementos, ni en la disipación de la energía producida por ellos.

4. La secuencia evolutiva del principio inteligente


D.K. – “La Ley Natural establece una secuencia fundamental para la evolución de los seres: sobrevivencia, convivencia y productividad. Es por esa secuencia fundamental que los seres, en una sucesión continua y perfeccionada realizan su auto-desenvolvimiento.

Secuencialmente, el impulso agresivo estructural del ser se transforma en voluntad, la cual le garantiza la sobrevivencia; en deseo, que permite la convivencia y la búsqueda de la felicidad, que crea una productividad capaz de propiciar el placer.

Embrionario, el ser se somete a un largo proceso de experimentación y reciclaje, adquiriendo penosamente condiciones para determinar, paulatinamente, su propio camino, hasta adquirir un status propio, alcanzar el nivel intelectual y afectivo que otorga especificidad al Espíritu humano.


F.E. - Encontramos muy acertados y correctos estos planteamientos del Dr. Regis. Expresados en un lenguaje actual, exentos de cualquier atisbo de antropomorfismo y con una estructuración original. Solamente encontramos a faltar una mayor concreción de dónde y de que forma se produce ese proceso evolutivo. Se sobreentiende que ese proceso se desenvuelve en los reinos inferiores de la Naturaleza, conforme se lee en algunos párrafos de “El Libro de los Espíritus”[7] y de “La Génesis”[8]. Sin embargo, pensamos que es adecuado el mencionarlo de una manera expresa, para así evitar cualquier equívoco.

D.K. – “Ese esquema no solamente solidifica el entendimiento evolutivo, que es la base de la teoría espírita, sino que derrumba, deshace, cualquier vínculo con la teología cristiana sobre la caída, el pecado original y el esquema punitivo del universo.

F.E. - Este último párrafo de este capitulo incide en un tema importantísimo, que es el de desvincular claramente a la Filosofía Espiritista de aspectos tan contrapuestos a la acción del libre albedrío (siendo este el motor de nuestra evolución personal, por restringida que pueda ser su acción en función del nivel evolutivo de cada cual), como son los mitos de un supuesto pecado original de la humanidad y sobre la “caída” desde situaciones superiores de vida. Sin duda hay, o ha habido, espíritus que han encarnado en este planeta procedentes de otras civilizaciones extraterrenas (siendo inmigraciones de espíritus poco adecuados para el contexto evolutivo de esos otros planetas) y que, probablemente, han traído grabado de manera profunda –en su inconsciente- el recuerdo de tiempos mejores en mundos mejores. Pero de ahí, a suponer que todos los seres humanos de este planeta estamos afectados por la supuesta rebelión de unos pretendidos ángeles, hay un abismo. Ver al respecto en la obra de Kardec “La Génesis”, en su capítulo XI, apartados 33 al 50 (“Emigraciones e inmigraciones de los Espíritus”, “Raza adámica” y “Doctrina de los ángeles caídos y del Paraíso perdido”).


[1] Definición del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
[2] Ejemplo o ejemplar.
[3] Tampoco parece acertada la expresión contraria y típica de que el ser humano fuera creado “a imagen y semejanza de Dios”. Dios  es eterno  e  infinito;  los espíritus somos inmortales -que no eternos- y finitos; por lo tanto son dos realidades -Dios y los espíritus- no comparables.
[4] También en “La Génesis” comenta Kardec de manera más amplia los atributos de Dios (Cap. II, apartado “De la Naturaleza Divina”).
[5] Ver el Cap. I del Libro III de “El Libro de los Espíritus” (“Ley divina o natural”)
[6] Capítulo I del Libro II, apartado 79. 
[7] Apartados 540, 607 y  613 (nota)
[8] Capítulo XI, apartados 15,16 y 23