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Capítulo IV – Instrumento de Expresión y Comunicación

1. El periespíritu

DOCTRINA KARDECISTA (en adelante D.K.) – “Definido por Allan Kardec como el cuerpo fluídico inherente al Espíritu y que lo identifica en el plano extra físico, el periespiritu es un cuerpo temporal, creado por la mente de la persona y que expresa la morfología del cuerpo somático. Su composición energética es extremadamente porosa y fácilmente manipulable por la mente, presentando gran plasticidad, razón por la cual estampa los estados mentales del Espíritu.
Dada la naturaleza incorpórea del Espíritu él necesita de una auto identificación externa. Por eso crea ese organismo energético con el que se expresa en las relaciones extracorpóreas, sea encarnado cuando se exterioriza y, principalmente, como desencarnado.

COMENTARIO DE FLAMA ESPIRITA (en adelante F.E.) – Si es una creación de la mente de la persona (o sea, del Espíritu) será necesariamente una creación automática o automatizada por el progreso, del animal, en primera instancia, y del Espíritu, después (después de su paso al reino hominal). Por ello, no podría en ninguna manera ser una creación voluntaria del Espíritu, ya que éste se desconoce como tal en estos primeros tramos evolutivos.

D.K. – “Las funciones del cuerpo mental, adherido al Espíritu de forma permanente, han sido confundidas como funciones del periespíritu, un organismo temporal.
F.E. - “Inserto en el universo material, con él interactúa desenvolviendo un “cuerpo mental” como apéndice de almacenamiento de las experiencias; así se expresaba, en este mismo sentido, el Dr. Regis en el Cap. II de la 2ª parte de este opúsculo. Técnicamente no puede descartarse que la estructura del periespíritu –tal y como la entiende el autor- tenga una fracción temporal que se renueve cuando el espíritu cambie de hábitat; es decir, cuando pase de un centro reencarnatorio (como es la Tierra) a otro (más o menos avanzado). Probablemente está en la línea de lo que podemos leer en “El Libro de los Espíritus” (pregunta núm. 94):
P.- “¿Dónde toma el Espíritu la envoltura semi-material?”
R.- “En el fluido universal de cada globo, y por esta razón no es igual en todos los mundos. Al pasar de uno a otro mundo, el Espíritu cambia de envoltura, como vosotros de vestido.”

D.K. – “El periespíritu se deshace durante la gestación y es recreado durante el desenvolvimiento del cuerpo, reproduciendo la morfología del soma, que es la forma concreta de su propia identificación.
F.E. - La idea que podíamos tener de la relación periespíritu-cuerpo durante la concepción y gestación del feto, era (es) exactamente la contraria de la que expresa el Dr. Regis; es decir, el periespíritu sería, precisamente, el molde sobre el que se desarrollaría el cuerpo en formación, con las incuestionables aportaciones genéticas de los padres, evidentemente. Así podemos leer (Gabriel Delanne, “La Evolución Anímica”, cap. I):
“Mediante las experiencias espiritistas hemos podido comprobar que los espíritus tienen la forma humana, y que esta forma no es meramente aparente, sino que el periespíritu es todo un organismo fluídico sobre el cual se moldea la materia que se organiza para confeccionar el cuerpo físico.”
“En cada ser, desde su origen, se puede advertir la existencia de una fuerza que actúa en dirección fija e invariable según la cual será edificado el plan escultural del recién nacido, al propio tiempo que su tipo funcional.”
“Siendo la materia primera idéntica para todas las plantas y la fuerza vital idéntica para todos los individuos, es preciso que exista otra fuerza que dé y mantenga la forma. Nosotros atribuimos esta misión al periespíritu, así en el reino vegetal como en el animal.
“La idea directriz la hallamos tangiblemente realizada en la envoltura fluídica del alma; ella es quien incorpora la materia, la que vela por la sustitución de las partes usadas o destruidas, la que preside a las funciones generales y la que mantiene el orden y la armonía en medio de ese torrente de materia que sin cesar se renueva.”
En otro lugar (“La Reencarnación”, cap. II), el ingeniero Delanne llega a denominar al periespíritu como siendo el “inconsciente fisiológico” del espíritu; es decir, como siendo el archivo de todas las experiencias fisiológicas del espíritu a través de sus experiencias en todos los reinos de la naturaleza.
En el capítulo II, apartado 1 de este opúsculo, ya manifestamos nuestra extrañeza acerca de ese concepto de “cuerpo mental”.
Ciertamente, por el mero hecho de que estos conceptos de “cuerpo mental” y de la “temporalidad” del periespíritu hayan sido propuestos por Jaci Regis, merecen ser tenidos en cuenta y debatidos, aunque, personalmente, no comprendamos su alcance real.

2. La mediumnidad

D.K. – La mediumnidad es el portal, el instrumento que liga los dos universos vibratorios en donde el Espíritu desenvuelve sus aptitudes.
Fenómeno natural, la mediumnidad, no obstante, depende del intérprete; del médium. Y esa dependencia es el anillo débil del sistema. Antes de Allan Kardec fue encarada de forma aleatoria, mística, mágica, sobrenatural, con uno u otro profeta, o con médiums extraordinarios que produjeron obras, fantásticas o serias, pero sin continuidad racional.
F.E. - Es verdad que el/la médium es el eslabón frágil del proceso mediúmnico ya que como intérprete puede influir, incluso inconscientemente, en el mensaje obtenido. A este respecto, recomendamos la lectura atenta del capítulo XIX de “El Libro de los Médiums” (“Papel del médium en las comunicaciones espiritistas”), donde Kardec y las comunicaciones de diversos espíritus, matizan excelentemente esta posible influencia del médium. Sólo como botón de muestra (apartado 223.10):
“De estas explicaciones parece resultar que el Espíritu del médium nunca es del todo pasivo…
“Es pasivo cuando no mezcla sus propias ideas con las del Espíritu comunicante, pero jamás se anula por completo. Su concurso resulta siempre necesario, en su carácter de intermediario, aun en el caso de los que denomináis “médiums mecánicos”.
¿Quiere ello decir que nunca se puede confiar plenamente en las comunicaciones mediúmnicas? El nivel de confianza viene dado por la seriedad de los grupos espiritistas, por la experiencia de los directores de sesión y, evidentemente, por la buena voluntad y el mayor desinterés material por parte de los médiums.

D.K. – “Gracias a Allan Kardec, que por cierto no era médium y por eso mismo pudo analizarla, normalizarla y darle una directriz, es que se dio un empleo apropiado a ese instrumento. Y gracias a la mediumnidad él obtuvo las informaciones con las cuales creó el cuerpo doctrinario del Espiritismo.
F.E. - Podemos añadir a este comentario del Dr. Regis que, afortunadamente, Kardec no era médium, ya que de haberlo sido hubiera podido mezclar sus propias experiencias y sensaciones a sus interpretaciones doctrinarias y analíticas del fenómeno, lo cual hubiese supuesto un fuerte hándicap para la imparcialidad y precisión que siempre caracterizan sus comentarios.
Es cierto que gracias a la mediumnidad, Kardec pudo conformar este edificio doctrinal tan formidable que es el Espiritismo; pero, no debemos confundirnos, Kardec no era el secretario de los espíritus, no era un mero observador o recopilador. De hecho él fue quien decidió qué temas había que tratar, el seleccionó las comunicaciones que le parecieron más adecuadas y, también, añadió numerosos comentarios de su propia iniciativa. Evidentemente él es el Fundador del Espiritismo.
Asimismo, Kardec dignificó el ejercicio medianímico. Condujo a la mediumnidad del oscurantismo a la observación científica, que no es poco…

D.K. – “Sin embargo, a pesar de su aprendizaje y buen sentido, él creyó que la intervención de los Espíritus, por sí misma, revolucionaría el mundo. En verdad quien lo revolucionó fue él, con su genial trabajo creador, sabio que, en líneas generales delineó un nuevo tipo de pensamiento que, como dijimos, fue desvirtuado por la presión de los conceptos milenarios del cristianismo.
Entre tanto, desde Allan Kardec, aun con el desprecio de las élites científicas y el combate del esquema religioso cristiano, el plano extrafísico no puede más ser ignorado.

F.E. -
Hoy en día, a través de películas o series de televisión -más o menos afortunadas- se asoma en los hogares de muchas familias la realidad de la existencia y comunicabilidad del mundo espiritual. Tal vez ello, aunque ciertamente no debamos ser muy optimistas, pueda ayudar poco a poco a normalizar la extremadamente deformada información que se ha transmitido acerca de la mediumnidad. Tal vez, a muy largo plazo, sea una manera de obviar ese desprecio de las élites científicas y el combate de los esquemas religiosos.

D.K. – “Ahora se intenta crear formas de comunicación electrónicas que puedan alcanzar la tan deseada certeza en la relación de los vivos y los “muertos”.
F.E. - No dudamos que en un futuro más o menos lejano, pueda llegar a darse este tipo de comunicaciones instrumentales. Realmente ello constituiría una prueba contundente de la existencia de los espíritus.

D.K. – “Pero las directrices de “El Libro de los Médiums” son rumbos seguros para evitar los tropiezos de ese instrumento tan valioso y frágil.
F.E. - Estamos completamente de acuerdo en la necesidad, prácticamente imperiosa, de que se dé en los centros espiritistas serios un estudio concienzudo y detenido de este excelente libro. Su conocimiento es el mejor preservativo de muchos fracasos e incertidumbres. ◙

 

Capítulo III – El Plano Extrafísico

1. Un retrato real

DOCTRINA KARDECISTA (en adelante D.K.) – Utilizamos el término “extrafísico” propuesto por el Espíritu André Luiz, a través del médium Francisco Cándido Xavier, por ser más consistente con la idea de un universo energético y la realidad del estadio post-mortem.

COMENTARIO DE FLAMA ESPIRITA (en adelante F.E.) - Generalmente cuando nos referimos al lugar donde “habitan” los Espíritus desencarnados lo hacemos como: “Mundo Espiritual”, “Mundo Invisible”, “Plano Espiritual” o, más genéricamente, como “Más Allá”. Nos parece adecuada la propuesta del autor –sin que ello signifique abandonar las otras expresiones- ya que define con precisión que se trata de un mundo, de un plano “fuera de” (este es uno de los significados del prefijo “extra”), “fuera del plano material”, “fuera del plano físico”.

D.K. – “El descubrimiento del plano extrafísico mostró que la atmósfera de la Tierra comporta un hiperespacio energético que interactúa con el espacio físico.

F.E. - No es sencillo responder a la pregunta ¿dónde está el Mundo Espiritual? Evidentemente se sobreentiende que nos referimos a su ubicación “física”, casi podríamos decir “geográfica”. No sabemos la respuesta, ya que ese plano extrafísico está, puede estar, en todas partes. Nos agrada mucho la expresión “hiperespacio energético” del Dr. Regis.

D.K. – El plano extrafísico comenzó a ser habitado una vez que el Espíritu tuvo la percepción de su integridad después de la muerte del cuerpo físico. Esa percepción de la inmortalidad y de la persistencia de sí mismo, fue fruto del desenvolvimiento de su estructura mental, que le permitió mantener el pensamiento consistente y permanente, necesario para la existencia del periespiritu en el plano extrafísico. Con eso el Espíritu mantiene la forma de su cuerpo físico transferida para el cuerpo periespiritual, que lo identifica en un nuevo estado vibracional.

F.E. - No es este un párrafo de fácil comprensión, al menos para nosotros. La primera oración pareciera referirse a un hipotético principio de los tiempos, aunque podemos cuestionarnos si hubo un principio, un Big Bang como postula la Ciencia, ya que Dios ha existido siempre y cabe pensar que ha creado siempre; por lo tanto, hemos de suponer que en el plano extra-físico siempre ha habido Espíritus.

Al final de la segunda propuesta de este párrafo, nos dice el autor “…que le permitió mantener el pensamiento consistente y permanente, necesario para la existencia del periespiritu en el plano extrafísico”. No acertamos a entender lo que pretende decirnos, ya que el periespíritu “existe” en el plano espiritual aunque el pensamiento del Espíritu no sea ni consistente ni permanente.

Es probable que sea nuestra limitación de conocimiento filosófico la que no nos permite comprender estos textos. Lamentablemente ya no podemos dirigirnos al autor para pedirle aclaraciones de sus pensamientos.

En cuanto al enunciado de la tercera oración del párrafo, hay que resaltar con que simplicidad y elegancia el autor enfatiza la unión íntima entre el cuerpo y el periespíritu (durante la encarnación) y la traslación de las vicisitudes del cuerpo material al cuerpo energético.

D.K. – En ese espacio, el Espíritu se fue instalando, creando condiciones de habitabilidad y de relacionamiento, estableciendo comunidades y permaneciendo en él por tiempo variado, más necesariamente precario, pues es compelido por la Ley Natural, a través de la Ley de acción y reacción, a buscar niveles de satisfacción y equilibrio satisfactorios, o sea, la reencarnación.

F.E. - No sabríamos decir a ciencia cierta si los Espíritus del nivel evolutivo medio de nuestro planeta buscan, buscamos, “niveles de satisfacción y equilibrio satisfactorios” que nos impelen a reencarnar. Más bien pensamos que somos instados a reencarnar más por obligación que por interés propio, y que ese proceso es –en nuestro estadio evolutivo- un proceso tutelado e impulsado por Espíritus superiores a nosotros que deben ser verdaderos especialistas en el diseño, aunque sea a grandes rasgos, de los procesos reencarnatorios de la mayoría de los habitantes de ese hiperespacio energético, tal y como lo denomina el autor.

En cuanto al tema del establecimiento de comunidades afines es, ciertamente algo consustancial a nuestra especie, en todos los ámbitos de vida. Coloquialmente, en España, hay un dicho que dice: “Dios los cría y ellos se juntan”, y eso es exactamente lo que ocurre, aquí y en el Más Allá.

D.K. – La muerte, como la encarnación, es un momento extremadamente desestructurante. Durante la vida corpórea el Espíritu se identifica, sinérgica y profundamente con el cuerpo y se adapta mentalmente a las condiciones del ambiente, de la familia, del momento.

“Al ser alejado del cuerpo por la muerte, el Espíritu se ve despojado de todo ese aparato sensible y sensorial y, nuevamente, queda solo consigo mismo. Ese choque puede causar reacciones muy variadas, conforme la mente se ve delante de su realidad moral, produciendo traumas diversos.

F.E. - Sin duda tanto encarnar como desencarnar deben ser procesos que pueden fácilmente desconcertar al Espíritu; no en balde pasamos de un hábitat en el cual estamos ya acostumbrados para adentrarnos en un viaje (y esto es válido para cualquiera de los dos planos de vida) repleto de incógnitas. Sin embargo, no debemos obviar la realidad y ésta es que para muchos de los Espíritus que inician uno de esos viajes, en cualquiera de los dos sentidos, no se ha producido una comprensión de su real situación antes de adentrarse en la otra realidad. Así, pues, muchos Espíritus encarnados no comprenden el verdadero sentido de la vida y desencarnan conservando la ilusión de sentirse en el mundo material, a pesar de no tener cuerpo; y también, en la otra situación, hay Espíritus que encarnan sin haber sido conscientes de su estancia en el plano extra-físico. Así, paradójicamente, que “ese choque pueda causar reacciones muy variadas”, incluso traumas, será una señal inequívoca de progreso ya que denotará que empezamos a estar “despiertos” ante el cambio producido.

D.K. – El periespíritu, correlacionado con el espacio hiperfísico, está constituido de elementos energéticos de gran plasticidad, expresando la realidad mental y moral del ser, que en él se estampa de modo visible y, muchas veces, inconveniente y forzado.

F.E. - Debemos alabar una vez más la capacidad de síntesis del Dr. Regis para, en poco más de dos líneas, condensar, a grandes trazos, la constitución plástica del periespíritu, así como su capacidad para delatar claramente esa realidad mental y moral del Espíritu. Puede leerse, al respecto, en el artículo de Kardec “Fotografía y Telegrafía del pensamiento” (“Obras Póstumas”):

“Cuando el pensamiento crea imágenes fluídicas, se reflejan en la envoltura periespiritual como en un espejo, y como esas imágenes de objetos terrestres que se reflejan en los vapores del aire; toma en dicha envoltura un cuerpo y se fotografía en ella hasta cierto punto. Si un hombre, por ejemplo, concibe la idea de matar a otro, por impasible que esté su cuerpo material, el fluídico es puesto en acción por el pensamiento del que reproduce todos los matices; ejecuta fluídicamente el gesto, el acto que tiene intención de realizar; su pensamiento crea la imagen de la víctima y toda la escena se pinta, como en un cuadro, del mismo que está en su espíritu.”

D.K. – De ahí que Allan Kardec categorizó como “errante” el estado del Espíritu que allí se encuentra, considerando que la permanencia en el plano extrafísico está relacionada con la necesidad de progreso individual y colectivo. En el estadio evolutivo medio de la humanidad terrena, el punto de referencia es la vida corpórea, ya que ahí elabora progresivamente su identidad.

F.E. - Sin duda el empleo de las palabras “errante” y “erraticidad”, propuestas por Kardec (“El Libro de los Espíritus”, Libro II, Cap. VI) pueden generar un cierto desconcierto pues, inevitablemente, las vinculamos a leyendas tales como “el judío errante” o “el holandés errante”, personajes condenados a vagar eternamente sin obtener la paz. Sin embargo no es este el concepto que nos transmite Kardec. Para Kardec la erraticidad es el estado normal de los Espíritus en el intervalo comprendido entre dos encarnaciones y, en ese estado, hay Espíritus de todo tipo.

En cuanto a que, en el nuestro estado evolutivo, “el punto de referencia es la vida corpórea”, estamos totalmente de acuerdo con el Dr. Regis. Para el común de los Espíritus vinculados a este planeta el mundo corporal es más importante, para nuestra evolución, que el mundo espiritual. Aquí, “estamos” más despiertos, más conscientes y tenemos más libertad de acción. Es aquí donde aprendemos lo que es el “Más Allá”, hasta que llega el momento en que “allá” seremos más conscientes de nosotros mismos y seremos capaces de actuar con más libertad y conocimiento de causa.

D.K. – Las comunicaciones de los Espíritus muestran que el plano extrafísico, de modo alguno es un local organizado, dirigido por una autoridad central, como sugieren las ideas del cielo y el infierno cristianos. Es un plano, tal como el corpóreo, abierto a las más diversas y contradictorias manifestaciones de personas y grupos.

Pero, como en todo el Universo, en ese aparente caos, la directriz de la Ley divina se establece, sea por la jerarquización de los Espíritus, sea por las presiones de la realidad moral e intelectual que cada uno desenvuelve y vive. Todos siguen los rumbos del producto de sí mismos.

F.E. - Se observa una aparente contradicción entre estos dos últimos párrafos ya que, por un lado, se dice que el plano extrafísico no parece ser un lugar organizado y, por otro lado, se afirma que se establece la directriz de la Ley divina. La Ley Natural o divina nos permite, con un amplio margen de maniobra, una expresión libre de sentimientos y emociones -positivos y negativos-, expresión que puede dar una falsa imagen de caos. Pero, como no podría ser de otra manera, ese aparente caos está realmente tutelado y controlado por una autoridad superior, que denominamos genéricamente como Ley Natural, que regula coherentemente el ejercicio de nuestra libertad.

D.K. – Es un plano caótico, semejante al de la vida corpórea. Es comprensible, pues, al final, allí desembarcan diariamente las multitudes que dejan la vida corporal con sus realidades. Y se agrupan según las simpatías, vibraciones o los sentimientos.

F.E. - Esta es una realidad que algunos espiritistas noveles no alcanzan a comprender y es que, después de desencarnar, no nos convertimos en sabios y no lo comprendemos todo, sino que llegamos al plano extra-físico con nuestras realidades, buenas y malas, y, también, con nuestras ideas fijas que constituyen un lastre costoso de abandonar (véase el párrafo final de este capítulo).

D.K. – La gran mayoría parece que permanece alienada.

“Algunos se reúnen y forman grupos y organizaciones específicas, crean y mantienen lugares bien organizados, como oasis, islas de convivencia, que están dirigidas hacia el bien, estableciendo uniones mentales y actitudes positivas. Se ligan a los encarnados que permanecen en la misma línea de comportamiento.

“Otros forman agrupaciones dirigidas hacia el mal, con organizaciones jerárquicas y policiales específicas. Esos grupos relativamente organizados, conforme a la naturaleza de sus intenciones y deseos, por no poseer abertura para una vida fuera de los parámetros de la corporeidad, pueden establecer una red de vínculos mentales con los encarnados que permanecen en la misma faja vibratoria, en procesos vampíricos y simbióticos.

“Están, además, los “independientes”, personas y grupos aleatorios, especie de vagabundos extrafísicos que, incluso sabiéndose “muertos” no consiguen vivir fuera del ambiente corporal. La variedad parece grande. Hay los que solamente andan por ahí, sin rumbo fijo, uniéndose eventual o firmemente a muchos encarnados de la misma especie mental. Existen los que se aíslan, los que niegan la inmortalidad, los que cultivan depresiones, persiguiendo las intenciones desviadas del envolvimiento mental deprimente, configurando el escenario general de un plano extrafísico bastante conflictivo.

F.E. - Excelente resumen el que nos traza el autor de la distribución y organización de los Espíritus desencarnados; es un resumen muy sobrio y muy realista, alejado de cualquier planteamiento fantasioso. Nos parece muy adecuada la expresión de “vagabundos extra-físicos”. Tal vez cabría la diferenciación de otro subgrupo, el de los Espíritus profundamente turbados y casi inmunes al ambiente espiritual que les circunda, debido a la alta densidad de su periespíritu, fruto de su ignorancia y de sus pretéritas e inadecuadas actuaciones. Cabe suponer que estos últimos deben estar tutelados por entidades pertenecientes a esos “oasis de convivencia” de que nos habla el Dr. Regis, ya que nadie está exento de una atención superior.

D.K. – Esa realidad global de la vivencia de los seres humanos, tanto en el mundo corpóreo, como en el extracorpóreo, da una idea de la naturaleza de las relaciones entre los encarnados y desencarnados, echando por tierra, la natural inclinación de considerar a los “muertos” como

portadores de sabiduría natural. Kardec dijo que los consideraba colaboradores y no reveladores predestinados. Así debe ser.

F.E. - Recordemos aquel lúcido texto de Kardec, inserto en “Obras Póstumas”: “Procedí con los Espíritus como hubiera procedido con los hombres: me sirvieron, desde el más pequeño al más grande, como medios de estudio; nunca como reveladores predestinados”.

Y, en ese mismo texto, señala Kardec: “Uno de los primeros resultados de mis observaciones fue el darme cuenta de que los Espíritus, no siendo otros que las almas de los hombres, no poseen ni la soberana sabiduría ni la soberana prudencia; que su saber era proporcionado a su progreso, y que su opinión no tenía más valor que el de una opinión personal. Esta verdad, reconocida desde el principio, me preservó del grave escollo de creer en su infalibilidad y de formular prematuras teorías sobre la palabra de uno solo o de varios de ellos.”

Ojalá que todos los espiritistas comprendiéramos, y pusiéramos en práctica, estas sabias consideraciones de Kardec. Sin duda ello redundaría en una mejor imagen del Espiritismo ante el mundo, amén de servir de depurativo de las fantasías e incongruencias que, en demasiadas ocasiones, se encuentran en las producciones mediúmnicas.

D.K. – La permanencia en el plano extrafísico, como vemos, tiene colores dispares. Algunos no soportan quedar lejos del mundo corpóreo y para ellos reencarnar es una necesidad emocional. Otros, al contrario, se adaptan a la vida fuera del cuerpo somático y se resisten cuanto pueden al retorno. Hay los que demoran el regreso por dificultades que experimentan al no poder afirmarse como Espíritus y a veces enloquecen.

F.E. - Debemos tener la seguridad de que nadie se quedará sin la oportunidad de reencarnar, cuando ésta sea conveniente, estemos conformes o no con ello. Afortunadamente otros, con más criterio que nosotros, decidirán cuando será el momento oportuno de emprender otra incursión en el plano material.

D.K. – Aunque en una visión genérica, el Plano Extrafísico en modo alguno sea un lugar disciplinado, hay, ciertamente, un centro coordinador, una fuente dirigente que se manifiesta siempre que sea necesario. Ese centro directivo, constituido de Espíritus elevados actúa, suplementa, buscando promover el equilibrio personal y grupal. Parece no haber una unidad definitiva, sino centros específicos y múltiples dirigidos por un gobierno objetivo y firme. Grupos y organizaciones reúnen los prosélitos de las religiones como el catolicismo, el protestantismo, el judaísmo, el islamismo, el candomblé, la umbanda, para citar las que vienen a la memoria sin esfuerzo.

F.E. - Hay espiritistas que se desaniman a la vista de la situación amoral e inmoral de nuestro mundo, como si no existiera un poder superior espiritual que condujera adecuadamente el rumbo de esta nave que es la Tierra. Estamos totalmente de acuerdo con el autor en cuanto a la existencia de “un centro coordinador”, de “una fuente dirigente”, en suma, de “un gobierno objetivo y firme”. Ha de haber, sin ningún margen de duda, un “equipo directivo” compuesto por Espíritus inteligentes, instruidos y con alta moralidad que dirijan el destino de esta escuela que es nuestro planeta. Y si su actuación no es más contundente con los desvíos que se observan en nuestra sociedad, no es porque no puedan o no sepan, sino porque el estado actual de cosas es el adecuado para el aprendizaje de los Espíritus vinculados a este proyecto evolutivo. Además los Espíritus tenemos libre albedrío, por restringido que éste pueda ser, y, evidentemente, tenemos la posibilidad de manifestarlo, ya hacia el bien, ya hacia el mal. Hemos de tener la confianza de que ese equipo espiritual está perfectamente capacitado para tomar las decisiones oportunas y hemos de saber, que ese equipo nos tutela y ampara siempre. Lo que ocurre es que, muchas veces con nuestras incongruencias, nos apartamos de esa tutela; por ello debemos culparnos a nosotros mismos por la mayoría de nuestros males y no al mundo espiritual.

D.K. – Algunos pocos son espíritas. Eso deshace una impresión muy difundida de que al morir todos se tornan espíritas, y debería aumentar la vigilancia sobre el tenor de las comunicaciones mediúmnicas.

F.E. - Este último párrafo se merece todos los resaltes posibles. A veces cuesta comprender que en el hiperespacio energético que interactúa con nuestro planeta no haya muchos espiritistas. Esto no debería extrañar tanto. La respuesta a la pregunta de ¿cuántos espiritistas hay encarnados en el planeta Tierra? sería, sin duda, muy pocos. ¿Y hemos de sorprendernos, pues, de que haya, también, pocos en el mundo espiritual?

Por otra parte hay que aplicar a rajatabla la recomendación del Dr. Regis en cuanto a la necesidad ineludible de “aumentar la vigilancia sobre el tenor de las comunicaciones mediúmnicas”; ello nos librará de muchos sinsabores.